7/5/08

Almorzando

Almorzando con Pablo. Era un dí­a poco soleado y las calles limeñas estaban vestidas de una negra y ligera neblina que cubria sutilmente nuestros pies. Mi buen amigo y colega David (del cual hablaré en otra oportunidad) me había invitado a un almuerzo con un joven de chile que recién llegaba y querí­a hablar de cualquier cosa. En la bohemia y desordenada vida que llevábamos (lo cual no implica necesariamente dada al vino) preferíamos el café en las tardes frí­as.
Su amigo no era tan joven, estaba de camino a Machu Picchu. En su manera de hablar y en su forma de actuar reflejaba su espíritu jovial que en el habitaba. Hablaba como si el verso formara parte de su dinámica normal de vida. Era inicialmente callado, pero conforme iban pasando los minutos y tambien las jóvenes chicas por los lados parecí­a invocar aquellos olvidados versos de Gustavo, o de Bayron, los cuales parecian ser completados por él, pues desconociamos ambos las nuevas frases. En su voz ligeramente apagada, se iban materializando los versos inimaginables e inolvidables. Pedimos café antes de comer, el con su mirada lanzada a la calle a observar la neblina, la ligera garua que empezó a caer, y el aire que corrí­a y mirando fijamente a su taza de café empezó:

Nunca termino, y ya empiezo una vez mas.
Tú mas fuerte que yo, me atrapas en tus omnipresentes brazos,
contra los cuales hoy lucho como si­ en la lucha nuestro amor naciera,
y en tus años de luchadora podri­a hoy conocerte mas.

El viento, el viento cada vez que lo veo me reta a estar pasado una vez mas a expensas de él.

Levanto su mirada y nos dijo: creo que es apasionante el hecho de ver, el hecho de sentir y vivir cada momento que este clima loco nos da.
Conversamos amenamente de lo que es sentir, y describir, vivir al máximo y poder reflejarlo en li­neas. Una vez mas en medio de viejos amigos, de los cuales los versos era una forma as de vivir, y una manera de sacar al máximo todo esto. Caminamos, en el fri­o rodeandonos, con la garua en nuestros rostros, con el barro en los zapatos, con las bastas mojadas. Con Lima alzandose atras nuestro, y nosotros en llendo a los suburbios a beber mas cafe, o comer delicias turcas que alguna vez comí­. Nunca olvidaré la tarde ni la noche de aquel memorable día. En medio de tazas de cafe, y papeles con pequeños versos escritos dedicados a las infinitas chicas y personas admirables que pasaban por ahi.
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Xtopher

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